Convencidos de que la felicidad radica en lo extraordinario, aspiramos siempre a algo más. Una casa más grande. Una talla menos. Una profesión más interesante. Una relación más arrebatadora. Lejos de aportarnos felicidad, ese constante anhelo de cotas más altas nos sume en la tristeza y la ansiedad. ¿La respuesta? Descubrir el encanto de las cosas normales.
Estimados lectores:
El día de hoy les traigo un libro que he
estado leyendo de forma intermitente desde hace varias semanas, y es que este
tipo de libros siempre me gusta irlos leyendo de a poco, para poder darme el
tiempo de reflexionar en los temas y tomar la información valiosa que puedan
ofrecer.
En esta ocasión, este libro de no ficción
del que les platico hoy trata acerca de algo que no va con el ritmo de vida de
estos tiempos, ya que, como dice su título, se trata de apreciar las cosas
simples.
Comenzando desde la escuela, y por varias
generaciones, hemos estado acostumbrados a la presión de ser los mejores: sacar
las mejores notas, obtener reconocimiento, practicar deportes y ser buenos en
ellos… todo esto se traslada a una vida adulta en la que no dejamos de aspirar
siempre a más.
Catherine Gray lo explica perfectamente:
estamos acostumbrados al descontento.
«Y mi descontento me sirvió como fuente
de energía un tiempo. Pero el problema era que, en cuanto lograba el trabajo,
el piso o la persona que había anhelado, me regodeaba por un tiempo, pero
después me cansaba de ello, empezaba a encontrarle defectos y alzaba la mirada
hacia lo siguiente que quería.»
Hemos estado tan acostumbrados a lo que
ella llama “la cinta de correr hedónica”, que jamás acabamos de estar
complacidos con lo que tenemos.
Así, la autora comienza a desmenuzar poco
a poco información que nos hará reflexionar muchísimo (¿soy una optimizadora o
una maximizadora?) y a examinar nuestras prioridades en la vida, y, por supuesto,
a encontrar el encanto en las cosas simples.
Tras algunos de los capítulos en el que
nos narra pequeñas anécdotas que vienen cargadas de un buen mensaje,
encontramos una Oda a las cosas simples, esas cosas sencillas que puedan darnos
mucho, y que cuestan muy poco, y estas partes me fascinaron porque podemos
encontrar un punto de vista distinto al que estamos acostumbrados (¿Qué vemos
en Instagram? Lujos, aesthetic, pulcritud, imagen).
Encontraremos un poco de todo en ocho
grandes capítulos: La búsqueda de las cosas extraordinarias, Una vida
simple, Ser simple, Un amor simple, Ingresos simples, Cerebros
simples y tiempo de inactividad, Cuerpos simples y, finalmente, Una
especie de conclusión simple. Como ven, no solo se enfoca a un solo tema, sino
a algo integral como un estilo de vida completamente.
Esta lectura me llevó a un viaje de
descubrimiento o replanteamiento de prioridades, a un des-materialismo impropio
de nuestros tiempos y el que todavía es un trabajo en proceso, debo admitirlo.
¿Necesito realmente ese ascenso
que siempre he buscado, pero que solo me traerá mucho más estrés? ¿Me he parado
a apreciar todo lo que ya he logrado en la vida y que a veces se siente poco en
comparación de los demás?
La respuesta es obviamente que no, en
ambos casos. No estoy hablando tampoco de tirar las cosas por la ventana; la
ambición con medida nunca me ha parecido mala, pero tampoco es un traje
unitalla que le vendrá bien a todos ni en todos momentos. Pero, claro, eso es
mi experiencia personal.
Algo curioso es que este libro fue
escrito antes de la pandemia, aunque llegó a mis manos durante la misma, y si
hay momentos en la vida en que es necesario pararse a apreciar lo básico era en
2020, cuando todo parecía incierto y de repente, obtener ese “algo” que querías
no era tan importante después de todo.
Mi consejo para aquellos que, como yo, se
han sentido agobiados por estar en esa cinta hedónica metafórica es: lean este
libro, replantéense todo, reflexionen respecto a sus prioridades. Este libro no
tiene desperdicio, se vuelve de consulta y una guía para vivir una vida con
menos estrés.
¡Hasta pronto!
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