Niños jugando es la segunda entrega de En Las Afueras, un suburbio gris y tedioso donde viven la tremenda Alice Otterloop y su neurótico hermano mayor Petey. Pero nada es aburrido en su mundo, poblado por juegos misteriosos, zombies, viajes familiares y una enloquecida aula de preescolar.
Estimados
lectores:
El día de hoy
viajo a mi lugar favorito como adulto millenial—mis recuerdos de la infancia—
para traerles una nueva recomendación para huir de sus problemas.
Cuando todavía
nos encontrábamos en el siglo XX, era común que los adultos obtuvieran las últimas
noticias por un medio físico que manchaba los dedos de negro con el uso que ya no es tan común en los hogares modernos.
Bastante menos inmediato y limitado (además de costoso), si me lo preguntan,
pero me desvío del tema. El punto es que los niños que no tenían acceso a
internet, videojuegos tridimensionales ni mucho menos celulares, nos afligía un
mal que es muy diferente a su actual forma: el aburrimiento.
¿Saben cómo nos
consolábamos? Además de hacer travesuras que se considerarían riesgo de muerte
en tiempos actuales, tomábamos la sección de historietas del periódico y
hacernos partícipes de un momento de no-convivencia con nuestros padres.
Recuerdo haber esperado con ansias que llegara el periódico para poder leer las
ocurrencias gráficas que tanto amábamos los niños.
Por esto es que
es totalmente refrescante salirnos del rol de adultos responsables
(#adultingishard) y tomar libros recopilatorios como éste que les traigo el día
de hoy.
«Niños jugando»
es el segundo ejemplar que sale de la colección «En las afueras» (Cul de Sac en
su idioma original), que hubiera sido publicada hace años en un periódico de
gran fama y circulación en Estados Unidos, el Washington Post, por lo que
realmente desconocía de su existencia antes de obtener este libro; sin embargo,
no tardé en tomarle cariño a los pequeños personajes como si los hubiera
conocido de toda la vida.
Con un lenguaje
sencillo, historias cortas e inteligentes, así como ilustraciones bastante
graciosas, tendremos un vistazo a la incambiable perspectiva infantil de un
grupo de pequeños en su vida cotidiana.
No parece tan
interesante contado de esta forma, pero es mi deber invitarles a no
menospreciar el valor de desconectarnos de la vida real adulta y distraernos
con este tipo de historietas que:
1. no requieren una gran concentración para disfrutarse
2. podemos tomarlas y regresar días después sin necesidad de recordar en
dónde nos quedamos.
3. nos recordarán tanto a nosotros mismos de pequeños, como a nuestros
hijos/sobrinos/ahijados, porque la inocencia infantil es atemporal.
4. nos sacarán de una racha de mal humor y estrés en dos patadas.
5. despejarán nuestra mente y nos arrancarán unas buenas sonrisas
Por todos estos
motivos, no me queda más que invitarles a abrir las imágenes de muestra que les
comparto y permitirse regresar a esa infancia libres de problemas y
preocupaciones, aunque sea por unos 15 minutos al día.
Por otro lado,
son un excelente regalo para pequeños y jóvenes no tan asiduos a la lectura,
una astuta carnada para atraerlos al oscuro mundo de los lectores.
Por donde lo
vean ¡no tiene desperdicio! ¡Muy recomendado!
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