Estimados lectores:
El día de hoy les platicaré de otro libro
infantil que habla acerca de la tolerancia y a aprender a ser fieles con
nosotros mismos.
Víctor la comadreja de Comadrilandia
tiene un estilo propio, que en ocasiones puede ser demasiado colorido o
llamativo para las demás comadrejas. Pero las comadrejas no se quedarían
tranquilas, le harían saber a Víctor justo lo que pensaban de su forma de
vestir. Víctor queda francamente desanimado,
pero por fortuna cuenta con el apoyo de su padre y decide finalmente irse de
Comadrilandia para vivir en paz.
Lo que supondría un alivio para las demás
comadrejas, pronto comienza a parecer… aburrido. Pronto, comienzan a extrañar
el color que Víctor llevaba a Comadrilandia.
Debo decir que esta historia me gustó
mucho, y me pareció un tema especialmente importante en los primeros años de escuela,
ya que existe un choque de costumbres cuando los niños comienzan a convivir con
pequeños de otros entornos, y en ocasiones, de otras culturas; es ahí donde
debemos reforzar dos cosas: debemos aceptar a todos los compañeros con
calidez y tolerancia, pero a la vez reforzar el derecho al
individualismo que nuestro pequeño podrá tener.
Muchos niños podrán verse reflejados en
Víctor, en un pequeño que simplemente se dedica a ser feliz, a expresarse por
medio de sus excéntricos atuendos y que no busca mezclarse en la multitud homogénea,
pero es criticado por ello.
Otros, podrán reconocer sus acciones
poco empáticas en las comadrejas que hacen sentir mal a Víctor, encontrando
un final en el que corrigen sus errores, son perdonados y aprenden que sí es
posible convivir con personas diferentes a nosotros.
Si les llamó la atención este título, es
porque les preocupa que su hijo entienda el valor de la aceptación en todos los
niveles, sin importar su atuendo, raza, orientación sexual o nivel económico y esta
historia cumple perfectamente sus objetivos.
Además, se resalta mucho el valor de
la aceptación parental, algo que permite a Víctor seguir adelante con su
vida y que también a los padres nos deja un buen aprendizaje: hay que
aceptar primero a nuestros hijos como son, para pedir que los demás lo acepten.
Y no solo eso, sino demostrarles que, ante todo, siempre los amaremos.
Las ilustraciones de Ryan Sonderegger son
atractivas, originales y muy bonitas, y expresan perfectamente las situaciones
y emociones que pasa Víctor, por lo que complementa el mensaje de la historia
de manera muy apropiada.
Un libro que recomiendo mucho para
pequeños que inician la escuela preescolar o primaria.
¡Hasta pronto!
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