Anthony Peardew, célebre autor de relatos que se acerca al final de sus días, ha pasado la mitad de su vida coleccionando objetos extraviados, tratando de expiar una promesa rota años atrás. Con el tiempo en su contra, decide legar su casa y todos los tesoros perdidos a su asistente, Laura, la única persona en quien confía que cumplirá su promesa y reunirá los cientos de cachivaches con sus legítimos dueños. El último deseo de este guardián de objetos perdidos desencadena una serie de encuentros afortunados que dan una segunda oportunidad a todos aquellos que creían haberse extraviado.
📚 Autor: Ruth Hogan
📚 Editorial: Duomo Ediciones
📚 ISBN: 9788417128142
📚 Formato: Pasta dura, Digital
📚 Páginas: 384
Estimados
lectores:
El día de hoy
les traigo una historia acogedora, ideal para no apresurarse y leer con calma,
pues es de lenta cocción, de amor y pérdida, de redención y sacrificio.
¿Qué
valor tienen nuestras cosas? Podemos poner un precio a los objetos, claro está. El
mundo capitalista le ha puesto un valor numérico a todo lo que usamos en
nuestra vida diaria. Pero el valor es algo extremadamente subjetivo. Un botón,
por ejemplo, cuesta unos centavos. Pero si ese botón precipita un encuentro con
el amor de sus vidas, seguramente el valor
sentimental que le atribuirán será infinitamente mayor.
Somos seres emocionales, y como tal, no
podemos evitar involucrar a cosas inertes con nuestras experiencias de vida,
buenas o malas. Podemos amar una taza de café, si fue un regalo de un familiar
muy querido. O podemos odiarla, si nos recuerda un evento doloroso o molesto. Así
que la pérdida de esta taza puede ser un evento feliz, triste o indiferente,
dependiendo del valor que tenga para nosotros. Todos
esos objetos que vemos en la calle sin valor monetario relevante, han
pertenecido a alguien y han sido abandonados o perdidos en distintas
circunstancias y cada uno tiene una historia detrás. De esto nos habla “El guardián de los
objetos perdidos”.
Anthony
Peardew es un escritor que hace muchos años
perdió a su gran amor. Ese mismo día perdió algo muy valioso para él, y para
enmendarlo, se dedica a recolectar cosas perdidas que cree que pudieran tener
valor sentimental para alguien. Imagina y escribe historias alrededor de estos
objetos. Con el paso de los años, ha acumulado una gran cantidad de objetos,
pero nunca ha podido reunirlos con sus propietarios, así que en su testamento
deja esta gran tarea a su asistente personal, Laura.
Laura ha
perdido el espíritu, los ánimos y el rumbo, hasta que se encuentra con Anthony
y Padua, como ha nombrado a su residencia. Después de años de trabajar ahí, lo
ha vuelto su hogar lejos de la casa que compartía infelizmente con Vince, su
marido, hasta que se divorcia. Ahora, al morir Anthony, se encuentra con una
gran herencia, pero también con la tarea de devolver los objetos a su dueño,
algo tan improbable como su reciente amistad con Sunshine,
una dulce chica muy dulce con Síndrome de Down, y Freddy, el atractivo
jardinero.
Paralelamente,
vemos la historia de vida de Eunice, una
chica a la que le cambia la vida Bomber, su
nuevo jefe y que rápidamente se convierte en su mejor amigo. No sabemos cómo
influye esta historia en la de Laura, aunque se intuye desde el principio que
eventualmente se cruzarán sus caminos.
Debo confesar
que esta historia no me atrapó inmediatamente. Los primeros capítulos, aunque
se disfrutan, marcan un ritmo bastante lento a la historia. Pero, conforme fui avanzando,
me pareció que la autora nos estaba poniendo en contexto de la vida de todos
los personajes, sus personalidades y sus historias, y su propósito era el que
fueran tan normales que nos identificáramos con ellos.
A la par de las
dos tramas principales (Anthony – Laura; Eunice – Bomber), vamos teniendo
pequeños relatos de las historias creadas por Anthony para cada objeto perdido.
En un principio me gustó el detalle, pero algunas
historias hacia el final del libro eran demasiado elaboradas y largas para mi
gusto, y ya que en realidad no tienen impacto en la trama principal, más
que añadir al misterio de los objetos, siento que pudiera abrumar al lector
fácilmente. En lo personal, siento que con abreviar algunas historias se
hubiera mantenido un mejor ritmo en la narración, aunque
analizando las historias de manera individual, son interesantes y bien
planteadas.
El ritmo del
libro es de lenta cocción, como les comenté, y no es algo necesariamente malo.
El estilo de Ruth Hogan me parece elegante y
deliberado. Cada palabra tiene un propósito, aunque sea adornar, y lo
desarrolla de manera muy hábil. Aunque cabe mencionar, no
será para todos los lectores. No es de emociones fuertes, ni pasiones
dramáticas, sino de amores pausados y personajes curiosos.
En cuestiones
de la trama, siento que el libro pasó de una historia de vida enternecedora a
un sutil misterio paranormal, y esta parte me pareció que surgió únicamente
para cubrir un hueco en la historia, pues el personaje de Laura es
desesperadamente pasivo y su autoestima fluctúa más
que el valor del peso en época electoral. Si no hubiera empezado la
cuestión del fantasma, creo que Laura nunca se hubiera animado a intentar hacer
algo respecto al legado que le dejó Anthony. Sin embargo, también ayudó a dar
cierre a la trama de Anthony y Therese, si bien de forma precipitada y un tanto
dudosa.
La historia de
Eunice y Bomber me ayudó a continuar, sus personalidades vivaces y su relación
platónica me gustó mucho, aunque el amor entre los dos fue más fraternal que
romántico. Eunice personifica el amor incondicional, aunque imposible y dañino
en cierta forma. ¿Seguir con una persona que jamás,
jamás te amará más que como a una amiga, mientras tú estás enamorada
perdidamente de él? Quise sacudirla y gritarle “Date
cuenta, amiga”, porque la visualicé con el corazón despedazado en algún
punto, aunque la realidad fue mucho menos dramática y mucho más ideal.
Aún así, una historia bella en teoría, me hizo suspirar mucho y fue la parte que más me interesó del libro. Eunice me pareció una santa de emociones puras y amor infinito. La adoré y no pude culparla por enamorarse de Bomber, un personaje que me encantó.
Aún así, una historia bella en teoría, me hizo suspirar mucho y fue la parte que más me interesó del libro. Eunice me pareció una santa de emociones puras y amor infinito. La adoré y no pude culparla por enamorarse de Bomber, un personaje que me encantó.
Pero seguramente
ya saben que incluso la última página puede cambiar
los sentimientos que tenemos acerca de una historia (Flashback a mí, adorando Game of Thrones por
siete temporadas y media, y odiarla a muerte gracias al último capítulo, aún no
lo supero).
Pues este libro
cerró de manera hermosa, esperanzadora, terminando en mi corazón como un caldito de pollo para el alma, un cafecito con leche
en una noche lluviosa y un chocolate esos días del mes en que te sientes de
peor humor y necesitas algo que alivie tu espíritu atormentado. Así que
sirve un propósito y no es precisamente el de engancharte y acabarse en dos días.
Por el contrario, me resultó una especie de refugio, para leerse poco a poco y
dejarse envolver en una burbuja imaginaria con la historia.
Cerré el libro
y me dejó con un buen sabor de boca. Conocer
las historias de vida de los personajes a lo largo del tiempo te hace poner en
perspectiva la tuya. Una gran historia, aunque la hubiera resumido un poco más
y quedaría perfecta.
En
general, la edición en pasta dura que me tocó leer es hermosa y está hecha para
durar y la historia me resultó confortable y agradable. Definitivamente es para
tenerse en el librero y acurrucarse en el sofá y leer cómodamente.
¡Hasta pronto!
Hola, gracias por la reseña tan completa, creo que logras ese sentimiento que te dejo el libro. Sin duda, tu reseña me ha presentado este libro que no conocía y ha llamado mi atención. Saludos.
ResponderBorrarHola.
ResponderBorrarNo conocía el libro y por el momento no creo que lo lea, tengo demasiados pendientes, pero gracias por la reseña.
Nos leemos.