lunes, 10 de febrero de 2020

El guardián de los objetos perdidos - Ruth Hogan


Una bella historia sobre objetos perdidos y segundas oportunidades.
Anthony Peardew, célebre autor de relatos que se acerca al final de sus días, ha pasado la mitad de su vida coleccionando objetos extraviados, tratando de expiar una promesa rota años atrás. Con el tiempo en su contra, decide legar su casa y todos los tesoros perdidos a su asistente, Laura, la única persona en quien confía que cumplirá su promesa y reunirá los cientos de cachivaches con sus legítimos dueños. El último deseo de este guardián de objetos perdidos desencadena una serie de encuentros afortunados que dan una segunda oportunidad a todos aquellos que creían haberse extraviado.

📚 Autor: Ruth Hogan
📚 Editorial: Duomo Ediciones
📚 ISBN: 9788417128142
📚 Formato: Pasta dura, Digital
📚 Páginas: 384
📚 De venta en: Amazon

Estimados lectores:

El día de hoy les traigo una historia acogedora, ideal para no apresurarse y leer con calma, pues es de lenta cocción, de amor y pérdida, de redención y sacrificio.

¿Qué valor tienen nuestras cosas? Podemos poner un precio a los objetos, claro está. El mundo capitalista le ha puesto un valor numérico a todo lo que usamos en nuestra vida diaria. Pero el valor es algo extremadamente subjetivo. Un botón, por ejemplo, cuesta unos centavos. Pero si ese botón precipita un encuentro con el amor de sus vidas, seguramente el valor sentimental que le atribuirán será infinitamente mayor.

Somos seres emocionales, y como tal, no podemos evitar involucrar a cosas inertes con nuestras experiencias de vida, buenas o malas. Podemos amar una taza de café, si fue un regalo de un familiar muy querido. O podemos odiarla, si nos recuerda un evento doloroso o molesto. Así que la pérdida de esta taza puede ser un evento feliz, triste o indiferente, dependiendo del valor que tenga para nosotros. Todos esos objetos que vemos en la calle sin valor monetario relevante, han pertenecido a alguien y han sido abandonados o perdidos en distintas circunstancias y cada uno tiene una historia detrás. De esto nos habla “El guardián de los objetos perdidos”.

Anthony Peardew es un escritor que hace muchos años perdió a su gran amor. Ese mismo día perdió algo muy valioso para él, y para enmendarlo, se dedica a recolectar cosas perdidas que cree que pudieran tener valor sentimental para alguien. Imagina y escribe historias alrededor de estos objetos. Con el paso de los años, ha acumulado una gran cantidad de objetos, pero nunca ha podido reunirlos con sus propietarios, así que en su testamento deja esta gran tarea a su asistente personal, Laura.

Laura ha perdido el espíritu, los ánimos y el rumbo, hasta que se encuentra con Anthony y Padua, como ha nombrado a su residencia. Después de años de trabajar ahí, lo ha vuelto su hogar lejos de la casa que compartía infelizmente con Vince, su marido, hasta que se divorcia. Ahora, al morir Anthony, se encuentra con una gran herencia, pero también con la tarea de devolver los objetos a su dueño, algo tan improbable como su reciente amistad con Sunshine, una dulce chica muy dulce con Síndrome de Down, y Freddy, el atractivo jardinero.

Paralelamente, vemos la historia de vida de Eunice, una chica a la que le cambia la vida Bomber, su nuevo jefe y que rápidamente se convierte en su mejor amigo. No sabemos cómo influye esta historia en la de Laura, aunque se intuye desde el principio que eventualmente se cruzarán sus caminos.

Debo confesar que esta historia no me atrapó inmediatamente. Los primeros capítulos, aunque se disfrutan, marcan un ritmo bastante lento a la historia. Pero, conforme fui avanzando, me pareció que la autora nos estaba poniendo en contexto de la vida de todos los personajes, sus personalidades y sus historias, y su propósito era el que fueran tan normales que nos identificáramos con ellos.


A la par de las dos tramas principales (Anthony – Laura; Eunice – Bomber), vamos teniendo pequeños relatos de las historias creadas por Anthony para cada objeto perdido. En un principio me gustó el detalle, pero algunas historias hacia el final del libro eran demasiado elaboradas y largas para mi gusto, y ya que en realidad no tienen impacto en la trama principal, más que añadir al misterio de los objetos, siento que pudiera abrumar al lector fácilmente. En lo personal, siento que con abreviar algunas historias se hubiera mantenido un mejor ritmo en la narración, aunque analizando las historias de manera individual, son interesantes y bien planteadas.





El ritmo del libro es de lenta cocción, como les comenté, y no es algo necesariamente malo. El estilo de Ruth Hogan me parece elegante y deliberado. Cada palabra tiene un propósito, aunque sea adornar, y lo desarrolla de manera muy hábil. Aunque cabe mencionar, no será para todos los lectores. No es de emociones fuertes, ni pasiones dramáticas, sino de amores pausados y personajes curiosos.

En cuestiones de la trama, siento que el libro pasó de una historia de vida enternecedora a un sutil misterio paranormal, y esta parte me pareció que surgió únicamente para cubrir un hueco en la historia, pues el personaje de Laura es desesperadamente pasivo y su autoestima fluctúa más que el valor del peso en época electoral. Si no hubiera empezado la cuestión del fantasma, creo que Laura nunca se hubiera animado a intentar hacer algo respecto al legado que le dejó Anthony. Sin embargo, también ayudó a dar cierre a la trama de Anthony y Therese, si bien de forma precipitada y un tanto dudosa.

La historia de Eunice y Bomber me ayudó a continuar, sus personalidades vivaces y su relación platónica me gustó mucho, aunque el amor entre los dos fue más fraternal que romántico. Eunice personifica el amor incondicional, aunque imposible y dañino en cierta forma. ¿Seguir con una persona que jamás, jamás te amará más que como a una amiga, mientras tú estás enamorada perdidamente de él? Quise sacudirla y gritarle “Date cuenta, amiga”, porque la visualicé con el corazón despedazado en algún punto, aunque la realidad fue mucho menos dramática y mucho más ideal.
Aún así, una historia bella en teoría, me hizo suspirar mucho y fue la parte que más me interesó del libro. Eunice me pareció una santa de emociones puras y amor infinito. La adoré y no pude culparla por enamorarse de Bomber, un personaje que me encantó.

Pero seguramente ya saben que incluso la última página puede cambiar los sentimientos que tenemos acerca de una historia (Flashback a mí, adorando Game of Thrones por siete temporadas y media, y odiarla a muerte gracias al último capítulo, aún no lo supero).

Pues este libro cerró de manera hermosa, esperanzadora, terminando en mi corazón como un caldito de pollo para el alma, un cafecito con leche en una noche lluviosa y un chocolate esos días del mes en que te sientes de peor humor y necesitas algo que alivie tu espíritu atormentado. Así que sirve un propósito y no es precisamente el de engancharte y acabarse en dos días. Por el contrario, me resultó una especie de refugio, para leerse poco a poco y dejarse envolver en una burbuja imaginaria con la historia.

Cerré el libro y me dejó con un buen sabor de boca. Conocer las historias de vida de los personajes a lo largo del tiempo te hace poner en perspectiva la tuya. Una gran historia, aunque la hubiera resumido un poco más y quedaría perfecta.

En general, la edición en pasta dura que me tocó leer es hermosa y está hecha para durar y la historia me resultó confortable y agradable. Definitivamente es para tenerse en el librero y acurrucarse en el sofá y leer cómodamente.

¡Hasta pronto!





2 comentarios:

  1. Hola, gracias por la reseña tan completa, creo que logras ese sentimiento que te dejo el libro. Sin duda, tu reseña me ha presentado este libro que no conocía y ha llamado mi atención. Saludos.

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  2. Hola.
    No conocía el libro y por el momento no creo que lo lea, tengo demasiados pendientes, pero gracias por la reseña.
    Nos leemos.

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